menu

Agricultura en la Alpujarra de Granada

Los musulmanes extendieron las formas de cultivo que han dejado impreso un peculiar carácter al paisaje alpujarreño. El agua es conducida mediante sofisticados sistemas de acequias hasta los pequeños bancales labrados en las laderas.

La Agricultura en la Alpujarra, un lugar donde disfrutar

En ellos crecen hortalizas, vides, olivos, frutales y en época musulmana multitud de moreras y morales, base de la producción de la comarca.
Tras la expulsión de los moriscos, los colonos cristianos, poco numerosos y habituados a otras técnicas de cultivo, extendieron el cereal en secano, descuidaron los regadíos y se produjo una importante deforestación. A partir del siglo XVIII el regadío volvió a recuperarse de forma paulatina.

Lo que caracterizaba la vida económica alpujarreña era una total adaptación al medio físico. La actividad más importante era la agricultura, que con la llegada de los árabes generó una forma de organizar la vida agrícola diferente a la de épocas anteriores. 

Se afirmaba que la Alpujarra era la “despensa” de la ciudad de Granada y su tierra. La parte más importante de las tierras cultivadas era el espacio irrigado que aprovechaba el agua de los ríos nivales procedentes de Sierra Nevada o de las numerosas fuentes. Al existir pendientes muy pronunciadas era necesario distribuir la inclinación de la parcela y crear mecanismos de protección para aprovechar al máximo el agua e impedir que se perdiera tierra.

En cuanto a los cultivos, la producción cerealista era la fundamental, tanto en secano como en regadío. Se cultivaban trigo, cebada, panizo, alcandía y centeno, dependiendo de la calidad del terreno y de la altura a la que estaba situado. La gran mayoría del trabajo agrícola se hace con ayuda de animales. Usándose en estos menesteres el burro, la vaca, el mulo y el caballo. Las herramientas principales del trabajo son simples: la hoz para segar, el legón empleado para la limpieza de las acequias, y uno de los más usados “el mancaje” se conocen cuatro variedades con distintos usos: el pequeño que sirve para escardar, el mediano para sembrar, el de astil largo para regar y el pico mancaje para cavar. Y por último el azadón.

Cultivo de la Frambuesa

¿Por qué La Alpujarra favorece la maduración de esta planta frente a los frustrados intentos llevados acabo en otras tierras andaluzas? Tanto el clima como los suelos de la zona se adaptan a las exigencias de este arbusto;- El frambueso requiere climas y terrenos frescos, ordinarios, ligeros, arenosos, graníticos y esquistosos de las comarcas elevadas y húmedas. Exige sitios elevados y, a ser posible, en laderas de terrenos accidentados bañados por el sol. Es de poca vida cuando se halla en estado silvestre porque sus raíces son chuponas y esquilman mucho el suelo. Con buenos cuidados se alarga su duración, se hace hermoso y el fruto resulta de una excelente calidad. El frambueso es arbusto que conviene para cubrir las pendientes montañosas. En los terrenos escalonados sus raíces contienen las tierras. Los cuidados generales del cultivo, que madura con rapidez y disfruta de una corta vida, se limitan a una labor con el azadón de tres dientes, poco profunda en el otoño, para extirpar las malas hierbas; ligeras entrecavas en verano, mucho antes de la maduración e inmediatamente después de cogido el fruto, y a un riego de abono líquido en el mes de febrero. De ahí que la explotación agraria familiar típica de la Alpujarra, ante el elevado coste de la mano de obra, sea el lugar ideal para plantar, desarrollar y cosechar la frambuesa.

Las explotaciones dedicadas al cultivo del frambueso son de tipo familiar y de dimensiones pequeñas. Por lo general, ninguna de ellas supera una hectárea. Este cultivo se complementa, en la mayoría de los casos, con el desarrollo de otras actividades agrícolas y ganaderas.

AGRICULTURA
AGRICULTURA
Vinos de la Contraviesa - Alpujarra de Granada
VINOS DE LA CONTRAVIESA - ALPUJARRA DE GRANADA

La Producción del Vino

Genéricamente suele hablarse de vino de la Alpujarra para denominar los caldos de la comarca, así en singular. Pero la realidad es muy distinta porque hay tantos vinos como bodegas e, incluso, en cada bodega suelen darse variedades sin fin en función de la poca discriminación en la admisión de uvas. Por lo común, el vino alpujarreño es ligeramente rosado (por la mezcla de variedades blancas y tintas), de un alto contenido alcohólico (por su altitud, abundancia de sol y baja pluviometría de la comarca) y calidad muy variable que le lleva a tener muchos movimientos de paladar.

El color blanco dorado y cierto gusto a moscatel abunda más en las proximidades de Albuñol, mientras que en Albondón la uva variedad Pedro Ximénez confiere a sus caldos un aspecto más claro.

La práctica totalidad del viñedo con que cuenta La Alpujarra se ubica en las laderas de la Contraviesa. Son aproximadamente 5.000 hectáreas de viñedo, que no siempre se presentan en régimen de monocultivo, distribuidos por los términos municipales de Albuñol, Albondón, Almegíjar, Cádiar, Cástaras, Lobras, Murtas, Polopos, Sorvilán, Torvizcón, Turón, U gíjar y algo en Rubite. Aunque comparativamente se trata de poca superficie, las realidades que el 85% del vino que se produce en la provincia de Granada se concentra en la Contraviesa. Más del 80% de las vides sobrepasan el medio siglo de antigüedad y se enfrentan a pérdidas continuas, por lo que sus propietarios han ido replantando las cepas sin mucho orden y sin tener en cuenta siquiera la especie existente. El resultado ha sido viñas multivariedad.

Al igual que ocurre en todos los sectores productivos de la Alpujarra, el viñedo no es un negocio por sí mismo, sino un apoyo a la economía familiar. Las explotaciones son también de tipo familiar ya su cuidado no suelen dedicarse más de sesenta días al año. En no pocos casos, el cultivo del viñedo supone para el alpujarreño una actividad casi de entretenimiento mañanero más que un trabajo diario y continuado.

Compártelo
Facebook
X
WhatsApp
Email
Threads
PDF
×